Llegan las Navidades. Vacaciones, comidas en familia, reuniones de amigos… La agenda social se dispara y tenemos poco tiempo para dedicarlo a la casa. Por eso, lo mejor es preparar la casa y mantenerla limpia para la llegada de las fiestas y evitar, así, que se nos acumule el trabajo.
Lo ideal es que intentemos limpiar antes de decorar nuestra casa con los adornos navideños. Comenzaremos por las paredes, que acusan el polvo y la suciedad diarias, sobre todo si tenemos niños. Si las hemos pintado con pintura plástica, podemos limpiarlas con agua y jabón, ayudándonos de una bayeta absorbente. Si no es así, a no ser que tengamos manchas, solo emplearemos un trapo seco.
Aprovechando los días que no llueva, dejaremos las ventanas y cristales a punto para las Navidades, ya que seguramente, hasta después de Reyes, no volveremos a limpiarlas.
Si tenemos nuestras paredes decoradas con cuadros, será interesante que también los limpiemos. Lo mejor es emplear un plumero y pasarlo por los marcos y cristales. Lo mismo sucede si contamos con estanterías repletas de libros. Hasta que no pasen las fiestas no dispondremos de tiempo para limpiarlos, así que mejor dejarlo todo impecable antes. Los sacaremos de su lugar y eliminaremos el polvo a conciencia con la ayuda de un trapo seco. Si tenemos un trapo «atrapapolvo» mucho mejor, ya que este atraerá magnéticamente el polvo sin estropear los libros. Para limpiar los lomos, podemos usar un cepillo de bebé.
Antes de colocar los adornos, pasaremos un trapo seco o un plumero por ellos, así como por el árbol de Navidad, para evitar que el polvo acumulado durante todo el año se extienda por la habitación. Una vez estén colgados en el árbol y colocados en su lugar, no nos podemos olvidar de limpiarlos de manera ocasional hasta que los quitemos.
Estas fiestas son momentos de celebraciones en familia. Por eso también debemos limpiar todo lo que necesitaremos para nuestras comidas y cenas. Los manteles los lavaremos con un programa suave, ya que solo queremos limpiar los restos de polvo y eliminar el olor que desprenden. Una vez secos, los plancharemos y los dejaremos a punto para las reuniones.
Y lo mismo haremos con la vajilla, la cristalería y la cubertería que tenemos guardadas para ocasiones especiales, esa que solo sacamos en Navidad. Las lavaremos con agua tibia, empleando un jabón para vajillas neutro, teniendo mucho cuidado cuando la enjuaguemos. Para evitar que se queden restos de gotas de agua que empañen su brillo, la secaremos con un trapo de algodón.
Antes de devolverlas a su sitio y dejarlas preparadas para las cenas, limpiaremos también, como es lógico, los armarios y cajones donde se encuentren guardadas.
Cuando terminemos tendremos la casa preparada para recibir las fiestas como se merecen, sin que la limpieza nos quite ese tiempo libre que queremos dedicarle a la familia y amigos.