Los escombros son los restos de construcciones, obras y demoliciones que se desechan como residuos. Su retirada constituye un trabajo importante, aunque no complicado, pues su composición hace que su limpieza y transporte sean fáciles y rápidas.
Cuando hacemos una obra o reforma en casa generamos escombros. De hecho, es necesario informar al ayuntamiento de nuestra cuidad de dicho proyecto y especificar en el permiso de obra qué haremos con ellos y qué empresa gestionará su retirada y transporte al punto limpio, en virtud del "Real Decreto 105/2008, de 1 de febrero, por el que se regula la producción y gestión de los residuos de construcción y demolición". Además, habrá que pedir permiso para disponer de espacio en la calle para colocar un contenedor o sacos que recogerán dichos residuos hasta la finalización de nuestra obra.
Pero no solo a nivel particular generamos escombros, aunque 7 de cada diez desescombros sean consecuencia de una obra doméstica. Las fábricas también generan residuos, al igual que las obras públicas y las empresas de construcción, proyectos como el levantamiento de edificios o las obras de planificación urbanística, producen entre un 20 y un 30 % de residuos que, del mismo modo, deben ser retirados y llevados al lugar correspondiente para su reciclaje o destrucción.
Cómo se clasifican los escombros
En función de su origen y del tratamiento que se les vaya a dar, los escombros pueden agruparse en cuatro categorías:
- Grupo 1, que aglutinaría a aquellos desechos peligrosos.
- Grupo 2, que hace referencia a los escombros procedentes de la construcción o demolición que se entregan en bruto, sin separación ni distinción previa que pueda facilitar y agilizar su posterior tratamiento.
- Grupo 3, que engloba a los escombros procedentes de la construcción o demolición que han sido separados previamente para su posterior tratamiento, como hormigón, escayolas, material cerámico, ladrillos…).
- Grupo 4, compuesto por aquellos residuos que pueden reutilizarse como material de relleno, construcción o rehabilitación.
Tratamiento especial de los residuos
Como ya hemos apuntado al comienzo de este artículo, tras la finalización de una obra doméstica, la empresa encargada de retirar los escombros debe llevarlos a un punto limpio para su correcto tratamiento. Y lo mismo sucede con los residuos procedentes de la construcción de un puente o del levantamiento de un bloque de viviendas, por ejemplo. Todos estos restos pueden tratarse en puntos móviles o en plantas fijas. La diferencia entre ambos estriba únicamente en que las segundas son instalaciones permanentes ubicadas en una zona o municipio concreto (lo que conocemos como punto limpio) y los puntos móviles son instalaciones que se mueven por diversas obras o proyectos de construcción para la recogida y tratamiento de esos residuos. Por tanto, el proceso empleado para eliminar o reutilizar los escombros es el mismo en ambas instalaciones.
Una vez que los cascotes de hormigón, los restos de ladrillos o de material cerámico de una vivienda u obra pública llegan a un centro de procesamiento de residuos, estos se separan y clasifican con medios técnicos y humanos. La separación magnética permite separar los elementos metálicos del resto de residuos. En la manual, son los trabajadores los que se encargan de clasificar y separar los restos en función de su origen o composición, una vez ya separados los escombros metálicos. Para proceder al proceso de clasificación y cribado suele emplearse un tromel, que facilita la separación de cartón, hormigón, etc.
Después, se introducen en una machacadora o trituradora, que los reduce hasta un tamaño determinado para facilitar su posterior reutilización o eliminación.